lunes, marzo 13, 2006

mi homenaje

después de mes y medio sin siquiera pasarme por la estación, el sábado 11 de marzo cogí un tren de cercanías. No caí en la cuenta hasta que estábamos a medio camino (en una de aquellas paradas que más que acercarte a tu camino te alejan) y al consultar la hora en el móvil vi que era día 11.
Mi homenaje, este segundo año, fue pensar. Como el de todos, supongo. Pero este año lo hice bien, a conciencia, utilizando todas las neuronas operativas que me quedan (son pocas, pero siguen funcionando) y concentrándome en aquél/éste viaje en tren.
Una hora (en mi caso siempre es más, por lo de las paradas "técnicas"). El caso es que de repente caí en la cuenta que no había pagado el billete. Y como me pasé el día oyendo en la radio cómo reivindicaban el calvario administrativo por el que tenían que pasar las víctimas para demostrar que habían estado allí, que el brazo, la pierna o el familiar que les faltaban habían desaparecido por culpa de aquéllas bombas se me ocurrió pensar cómo debían demostrarlo los que no tenían el billete. En mi caso, el sábado, fue algo circunstancial (como todo, claro) llegaba tarde, el tren "pronto" y la targeta del metro estaba en mi mano (así que podemos decir qeu pagué "parcialmente").
Así que se me ocurrió que aquel 11 de marzo seguramente alguna chica de mi edad pasó por lo mismo, e hizo lo mismo para no perder el tren, y no llegar tarde al trabajo-escuela-facultad-obligación diaria que le hacían coger ese tren cada día a horas "intempestivas".
En los dos asientos que tenía enfrente se sentó una pareja marroquí. De mediana edad. Un matrimonio. Tenían pinta de padres. Las manos de él estaban curtidas - por las horas de trabajo- pero eran pequeñas y hábiles. Ella tenía el pelo negro y rizado, recogido en un moño, como el mío, muchas veces. Aunque morenos, tenían el tono oliváceo que puedo tener yo, o mi padre. No paraban de hablar. Ella no paraba de hablar. Él la escuchaba, concentrado, y asentía de vez en cuando, respondía lacónicamente a sus largas preguntas y la dejaba hablar. Desprendían sencillez. Familiaridad, pensé. Ella me descubrió mirándoles fijamente. Sonrió, supe que comentaba algo sobre mí (que no entendí, claro) y saqué del bolso un libro en francés (Le premier homme, A.Camus). Lo miraron. Dudaron si lo que yo leía era una traducción de su paisano al castellano o al catalán (fue lo único de su discurso que , efectivamente, entendí) y siguieron con sus cosas. Hablaban de sus hijos, de a ver qué hacían con la mayor, que sacaba muy buenas notas y a lo mejor servía para estudiar, del chico, que no había manera, todo el día distraído, y que encima ahora quiere unas bambas carísimas que están de moda entre los de su clase, a ver si se las podemos regalar para el cumpleaños, que lo he mirado y tienen una versión "barata" en el super de al lao, y de la pequeña, que es un amor y alegra las mañanas de su madre, que la deja en el cole aunque aunque ella cada día se invente gigantes y dragones para no ir. Hablaban de lo caro que está todo, y a ver cómo llegamos a fin de mes. Y de lo raras que son las cosas. Del otro día en la cola de la panadería, qeu no sabes lo que me dijo la Dolores, la del bar que estaba en la cola, delante mía. Y de qué lento va este tren. Hablaban de mira al hombre que se ha quitado los zapatos, y la cara de asco de la mujer que tiene al lao. Hablaban de a ver cuándo llegamos. Hablaban de que se querían, y de a ver si este año podrían bajarse a visitar a la familia. O al menos mandar a los pequeños, qeu mi madre ya no sabe qué cara tienen.

Hablaban y hablaban, y aunque no era ninguna lengua de las que yo sé, lo entendí todo. Y pensé que oj-alá todos nos entendiéramos siempre tan bien, y supiéramos hablar, decir las cosas, y encontrar nuestros parecidos. Porque, al fin y al cabo, todos tenemos dos manos.
Y en aquél momento nos acercamos a su estación, y comentaron que había que bajar, que esta de aquí delante todavía no ha pasao la página y que a ver si nos va a entender todo -mirada y sonrisa de nuevo-. Y se levantaron y se fueron. Y me imaginé que eran mis padres. Y supe como debían sentirse sus hijos. Y esperé que todo les vaya bien.
Pit-pit-pit-pit-piiiiiiit se cierran las puertas
Próxima estación : Propera estació....

2 comentarios:

A las 7:05 p. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

Es curioso...yo a veces tambíen entiendo lo que dicen las personas aunque hablen en otro idioma o no hablen...

Es más sencillo de lo que parece...es cuestión de intentarlo...

Se oyen cosas tan bonitas e interesantes...

Por cierto... sobre A. Camus un libro que siempre me encanta leer es "El Extranjero"(me atrae la forma de "vivir" del protagonista...)

No tiene mucho que ver pero con tu post me ha venido a la mente una canción de Sau...Dedicada a...

EL TREN DE MITJANIT
(Sau)

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Sovint em sento atrapat
pel meu propi malson
i tinc ganes de cridar,
cada dia en algun lloc
puja el tren de mitjanit.
Hi ha poetes que s´han perdut
pintant "graffities" a les seves parets
molta gent que es troba sola sim
cada dia en algun lloc
puja al tren de mitjanit.

Sovint em sento enganyat
quan em veig en el mirall
no en tinc prou amb somniar
necessito desfer-me d´aquest pes
que em lliga el cor.

Hi ha sirenes que estan cantant
la llegenda d´un vell mariner
molta gent que es troba sola
cada dia en algun lloc
puja al tren de mitjanit,

Si ets llunàtic i estàs espantat
si vius als núvols i estàs deprimit
si la boira ja t´ha acompanyat
cada dia en algun lloc
pots pujar al tren de mitjanit.

N´he conegut molts com tu i jo
és bo saber que no estem sols,
això és bo.
No sempre s´està de sort
no sempre trobaràs el mar darrera el port.

Hi ha Julietes buscant Romeus
hi ha princeses que busquen dolor,
si tens el cor solitari
cada dia en algun lloc
puja al tren de mitjanit,

Si ets llunàtic i estàs espantat
si vius als núvols i estàs deprimit
si la boira ja t´ha acompanyat
cada dia en algun lloc
pots pujar al tren de mitjanit.

 
A las 4:48 p. m. , Blogger rinxol ha dicho...

gràcies! jo l'he agafat massa sovint, el tren de mitjanit

 

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